Siempre me ha gustado esta foto de mi abuela materna. Estaba en su veintena en ese momento. Tenía entonces a alguno de sus cuatro hijos. Le hubiera encantado ser maestra, pero la sociedad en la que vivía no lo ponía fácil y se dedicó a un oficio considerado entonces como “más propio de mujeres”: modista. Sacó a su familia adelante y, con mayor o menor conformidad, ese fue su trabajo hasta que los huesos de las manos se retorcieron con la artrosis y tuvo que dejar las agujas. Esa fue la sociedad en la que le tocó vivir. Con sus cosas buenas y no tan buenas, supongo. Qué pena que ya no esté aquí... Nunca se me ocurrió preguntarle si fue feliz. Ojalá que sí.
Siempre me ha gustado esta foto de mi abuela materna. Estaba en su veintena en ese momento. Tenía entonces a alguno de sus cuatro hijos. Le hubiera encantado ser maestra, pero la sociedad en la que vivía no lo ponía fácil y se dedicó a un oficio considerado entonces como “más propio de mujeres”: modista. Sacó a su familia adelante y, con mayor o menor conformidad, ese fue su trabajo hasta que los huesos de las manos se retorcieron con la artrosis y tuvo que dejar las agujas. Esa fue la sociedad en la que le tocó vivir. Con sus cosas buenas y no tan buenas, supongo. Qué pena que ya no esté aquí... Nunca se me ocurrió preguntarle si fue feliz. Ojalá que sí.
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